Las empresas tienen gestión por objetivos, indicadores clave de rendimiento, cuadros de mando, planes de mejora continua, etc. Todas estas herramientas están muy bien, siempre que se apoyen en paradigmas basados en principios. Una empresa debe buscar el equilibrio entre su capacidad de producción (investigación, innovación y aprendizaje, desarrollo profesional, mejora de procesos, gestión de las relaciones con los clientes, etc.) y la producción (venta de productos y servicios, facturación, generación de valor para el accionista). Si los indicadores no se basan en principios, podemos ser muy eficientes midiendo y mejorando, pero nuestra escalera hacia el éxito no se apoyará en la pared adecuada.
A continuación pueden leer un texto muy ilustrativo sobre cómo los indicadores y los planes de mejora continua nos pueden dar una falsa sensación de progreso. El texto está extraído del libro Slack. Getting past burnout, busywork, and the myth of total efficiency, de Tom DeMarco. Cuenta la historia de un sastre que perdió una aguja en un pajar. Por alguna razón era importante para él encontrar aquella aguja y trabajó concienzudamente para encontrarla, sin éxito. Este sastre tenía una gran pasión por la lectura y en especial por los cuentos. Cuando comenzó a darse cuenta de lo difícil que resultaba encontrar una aguja en un pajar, a punto ya de rendirse, vio pasar a una princesa y recordó que las princesas saben si han dormido en una cama con un guisante bajo veinte colchones. ¿No podría ayudarle esta bella princesa a descubrir su aguja perdida entre el heno? Lo que empezó siendo una colaboración con un objetivo claro, acabó diluyéndose un poco y el objetivo sufrió algunos cambios. Ambos trabajaron con mucha eficiencia sobre un plan de mejora continua. Sin embargo, estos planes a veces tienden a maximizar el objetivo equivocado y resultan contraproducentes para las empresas (y también para las personas)...